lunes, 8 de marzo de 2010

viajes

El comentario de esta semana va dedicado a un viaje muy especial que realicé hace tres años con mi familia a París. El avión lo tomamos desde Sevilla porque allí es donde vive mi tía y mi prima, que nos acompañarían a hacer este viaje junto con mis dos hermanos y mi madre. El viaje tuvo lugar a finales de julio y en Sevilla hacia un calor insoportable, pero el entusiasmo que teníamos por realizar el viaje lograba sacar de nuestras mentes el calor que hacía. El avión lo tomamos un lunes a las 6 de la mañana, yo estaba nerviosísima y a la vez un poco asustada, porque nunca me había montado antes en un avión, mi cara al montarme era blanca como a leche y eso que estábamos en verano y mi cuerpo sintió unos escalofríos tremendo cuando el avión descendía. Al llegar a París cogimos un autobús que nos llevó hasta el hotel Chellenge, era uno de los hoteles de Disney Land. El hotel era de pistoleros y mis hermanos pequeños como no era de menos esperar agradecieron muchísimo a mi madre que lo hubiera escogido. El hotel tenía sofás de pieles, escaleras antiguas como las del oeste, las personas que trabajaban allí iban vestidas de esa época y sobre todo no podían faltar cuernos de búfalos por todas partes. Una vez que dejamos nuestro equipaje tomamos otro autobús que nos dirigió hacia lo que yo más ansiaba por ver: Disney Land. Para mí era el parque de atracciones más fantástico del mundo, todo se adecuaba a un mundo de fantasías: los árboles con formas y coloridos, fuentes inmensas, personajes de Disney dispersados por todo el parque para echarse fotos con los niños y como no, lo que más destacaba era el precioso castillo en el centro del parque. Los tres primeros días los dedicamos a ver los diferentes espectáculos con los que contaba el parque, a echarnos fotos con todos los personajes Disney que nos encontrábamos, a montarnos en las atracciones y a ver los fuegos artificiales por la noche. Los fuegos artificiales fue para mí el espectáculo que más me llamó la atención y creo que a las demás personas que estaban en el parque también, los fuegos los tiraban a las 12 de la noche detrás del magnifico castillo del que os he hablado antes. En cualquier rostro de cada una de las personas que nos encontrábamos allí, ya fueran pequeños, adolescentes, adultos o ancianos podíamos ver la ilusión y ese niño que cada persona quiera o no, lleva dentro. El penúltimo día fuimos a París, a ver los diferentes monumentos con los que cuenta la ciudad y sobre para ver la torre Eiffel. Una vez que estábamos allí mi familia y yo competíamos sobre a ver quien sería el más valiente para subir al último piso de la torre, pero al final todos decidimos quedarnos en el segundo, ya que con solo subir el primero nos dió miedo. Al día siguiente tomamos de nuevo el avión para Sevilla y en nuestros rostros esta vez no aparecía el miedo de antes sino esta vez eran caras cansadas y a la vez contentas por haber vivido esa enorme experiencia. Os he decidido contar esta experiencia porque para mí a sido hasta hoy día una de las mejores de mi vida y os aseguro que no la cambiaría por nada en este mundo.

El viaje que quiero realizar en un futuro sería al caribe cuando tenga los 18 años. Este viaje me gustaría hacerlo con mis amigas. Y sería especialmente para tomarme un tiempo de relax en las maravillosas playas con las que cuenta el Caribe. Lo que peor llevaría yo durante la estancia allí sería la comida ya que a mí no me gusta mucho la fruta y allí predomina como una costumbre la fruta exótica. El caribe por lo que he podido ver en fotos, películas y demás me parece un lugar ideal para pasar unos días inolvidables con tus amigas por eso lo escogería.

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